jueves, 3 de febrero de 2011

Moderada




El 19 de enero apareció la carta siguiente en La Vanguardia, escrita por la señora Rosamaría C.:

“No som un país normal”

“Diu Rajoy que l´us del català, el basc i el gallec als plens del Senat no és propi d´un “país normal” i no té “cap sentit fer-ho”. La normalitat per aquest home és només parlar la llengua espanyola. Realment no som un país normal, som un país ocupat, ocupat per unes forces ignoranats, perversas i indignes. Les llengües són la cultura d´un país, l´eix de la seva identitat. Rajoy això no ho pot entendre, forma part d´aquesta intolerancia obtusa i tancada a qualsevol altra cultura. Formar part d´Espanya ens està fent un mal cultural, econòmic i moral massa gran.
Quan es refereix a que “no som un país normal” es refereix a Espanya i té tota la raó, perquè en un país normal un líder que pretén governar algun dia mai hauria de dir una barbaritat com aquesta. Catalunya només serà un país normal quan tots plegats diguem prou! Si no som capaços de deixar anar totes les amarres que per la força ens uneixen a Espanya, mai sortirem d´aquesta anormalitat. Aquesta envestida que ens estan fent confirma clarament que Espanya mai ha estat ni serà els nostre país. Nosaltres volem ser una nació normal!”


Traducción:

No somos un país normal

Dice el señor Rajoy que, el uso del catalán, el vasco y el gallego, en los plenos del Senado, no es propio de un país normal y no tiene ningún sentido hacerlo. La normalidad para este hombre es sólo hablar la lengua española. Realmente no somos un país normal, somos un país ocupado, ocupado por unas fuerzas ignorantes, perversas e indignas. Las lenguas son la cultura de un país, el eje de su identidad. Rajoy esto no lo puede entender, forma parte de esta intolerancia obtusa y cerrada a cualquier otra cultura. Formar parte de España nos está haciendo un mal cultural, económico y moral demasiado grande.
Cuando se refiere a que, no somos un país normal, se refiere a España y, tiene toda la razón, porque en un país normal un líder que pretende gobernar algún día, nunca debería decir una barbaridad como ésta. Cataluña solamente será un país normal cuando todos juntos digamos ¡basta!. Si no somos capaces de soltar todas las amarras, que por la fuerza, nos unen a España, nunca saldremos de esta anormalidad. Esta envestida que nos están haciendo confirma claramente que España nunca ha sido ni será nuestro país. ¡Nosotros queremos ser una nación normal!


Querida Rosamaría: Ante todo un saludo patriótico ¡Visca Catalunya lliure! ¡Viva Cataluña normalizada! Todos disfrutando del sagrado pensamiento único, todos unidos y hermanados en la doctrina social-nacionalista o viceversa, (nacionalista-social o nacionalsocialista, que suena más genuinamente autentico). Efectivamente somos un país ocupado por fuerzas ignorantes, sin cultura o instrucción, perversas, inclinadas al mal, que se complacen en practicarlo, con clara desviación de los instintos normales, alterando negativamente el orden o estado normal de las cosas, fuerzas indignas, faltas de decoro, que no merecen respeto ni consideración alguna por personas civilizadas como nosotros. Ya lo he mencionado en alguna otra ocasión, no hay gente en el mundo peor que los españoles. Aunque el país se encuentra en medio de grandes civilizaciones, por ejemplo la nuestra y la de los abertzales, los españoles siempre han vivido de espaldas a sus vecinos, hacia los que profesan una abierta inquina y a quienes atacarían de inmediato si no estuvieran en franca inferioridad de condiciones. Rudos, fieros, iletrados, intolerantes, obtusos, cerrados a la lógica y al razonamiento científico, refractarios a cualquier influencia inteligente, como la nuestra, amantes de la violencia, vagos y maleantes.
Formar parte de España, como tú bien dices querida Rosamaría, nos empobrece cultural y económicamente y nos causa un terrible mal moral. Observo Rosamaría, un ligero tono racista en este comentario tuyo sobre la moralidad y el moralismo asociado. ¡Cuidado! Rosamaría, estas opiniones en privado me parecen perfectas y reales, pero en público pueden restar puntos a nuestra sagrada causa nacional ,particularmente ante personas ingenuas de buena fe que, dividen al mundo según el patrón de comportamiento humano en cuanto a su calidad de bueno y malo.


Todos juntos, charnegos, moros, sudamericanos y otras minorías tenemos que decir ¡Basta! ¡Basta ya! Y soltar las amarras, cadenas más bien, que nos tienen unidos por la fuerza del acero (aleación hierro carbono, cromo, níquel, cobalto, molibdeno….en proporciones bien definidas) que conforman los malditos eslabones de tan primario atadero.
España nunca ha sido ni será nuestro país. Recientemente un dirigente nacionalsocialista catalán ha dicho que somos como los judíos en la Alemania nazi. En efecto, somos el segundo pueblo elegido, al primero es casi imposible desplazarlo y, tendremos que conformarnos con la segunda plaza, algo parecido a lo que le ocurre en el mundo futbolero español a nuestro gran enemigo, no menciono nombres para evitar que alguna ulcera de estomago mal curada pueda volver a activarse.
Querida Rosamaría quisiera transmitirte, y no sé la manera, de que el fuego en nuestros corazones no ha de acabar produciendo humo en nuestros cerebros, frialdad solida donde almacenar los principios fundamentales del movimiento independentista nacionalsocialista, es el principio que debe guiar todas nuestras acciones. No te veo montando yegua cuatralba con un máuser en la mano cantando, y aplicando, aquello de ¡A cabalgar ¡ ¡A cabalgar! ¡Hasta enterrarlos en el mar! ¡A cabalgar! De bien poco sirve derramar en público, un celemín de odio sobre cualquier mastín alestinoso español.


El símil judío me parece interesante aunque pierde parte de credibilidad si lo asociamos al nazismo, no se puede estar en misa y repicando al mismo tiempo, por ello entiendo que quedaría más real situándolo en Galilea y la zona circundante ocupada por el imperio romano. Al fin de cuentas entre un romano autentico y un español de Castilla debe haber poca diferencia, incluso en la actualidad.
Plinio el Viejo, en su Historia Natural, habla de unas aguas que vuelven a las vacas blancas, de otras que encienden las teas y de otras que conceden a quien las bebe el poder de emitir oráculos, pero acortan su vida. El mismo Plinio menciona la existencia de hombres minúsculos y de una planta somnífera llamada halicacabon.
Eduardo Mendoza, tomando como referencia el comentario anterior y otros de diferentes fuentes de parecida solvencia crea al noble romano Pomponio Flato (de flatulencia) y describe el asombroso viaje de Pomponio por aquellos andurriales, en nuestro símil judaico Cataluña. Leyendo el libro con idea comparativa, algunos pasajes, situaciones y personajes, cuadran casi a la perfección.
Pomponio busca las aguas milagrosas de las que hablan los clásicos y lo expresa de la manera siguiente: “Llegado a mis manos un papiro supuestamente hallado en una tumba etrusca, según afirmaba quien me lo vendió, de un país muy lejano, leí en él noticia de un arroyo cuyas aguas proporcionan la sabiduría a quien las bebe, así como ciertos datos que me permitieron barruntar su ubicación. De modo que emprendí viaje y hace ya dos años que ando probando todas las aguas que encuentro.”
Como consecuencia de tanta probatura mal administrada, Pomponio padece una terrible diarrea crónica que, se le manifiesta en los momentos más inoportunos por medio de continuos y agobiantes escapes de gases, tan innobles como metano, etano, propano, butano y otros de formula química de mayor elaboración pero no menos olorosos. “La molesta enfermedad que ha dado origen a este relato y cuyos síntomas se manifiestan de tanto en tanto, sin advertencia previa y con enfado del oído y el olfato”


Pomponio se justifica de la manera siguiente: “El mismo viento disipaba la peste de mis constantes ventosidades. Este grosero detalle, bien lo sé, no incrementa el mérito del relato, pero soy un estudioso de la Naturaleza y sus fenómenos, no de la Poesía y sus formas, y he creído que, de haber estado en mi lugar, ni Arquímedes, ni Tales de Mileto, ni Estrabón, en sus doctos tratados, habrían omitido por motivos estéticos esta incidencia”
Querida Rosamaría, debo confesarte que, al beber el agua turbia de tu escrito y el de otros muchos patriotas cuatribarrados, lo hago habitualmente porque como Pomponio busco la fuente de la gloriosa independencia nacional y personal, estoy contaminando mi espíritu con gérmenes patógenos causantes de las mayores diarreas mentales pertinaces y diligentes. Las verdades que relata Plinio el Viejo, en el terreno científico, no tienen ni punto de comparación con las fantasías político-sociales verdaderas que sustentan al nacionalismo cuatribarrado.










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