viernes, 14 de mayo de 2010

Preguntale a tu padre lo de los gitanos



¡Pregunta a tu padre lo de los gitanos!


La Rahola, con la pasión que acostumbra a distraer al personal en sus diferentes escritos,
, generalmente de política casera, del oasis, o sobre temas relacionados con el conflicto árabe israelí, donde expresa con vehemencia sus no disimuladas simpatías, de las que cosecha pingües beneficios en forma de conferencias en lugares en los que jamás las pronunciaría a no ser por el lobby judío internacional, ha escrito últimamente glosando la figura del cantante de boleros Moncho, al que llama el gitanet de Gràcia. Entre otras cosas parece que Moncho, y sus canciones, la emociona:
“Hubo de todo, emoción, ternura, nostalgia…… Y gozamos con el corazón en un puño, las más de dos horas de intenso sentimiento, con la voz de Moncho arrastrándose por los recovecos de nuestra vida, recordándonos el día que besamos intensamente, el día que odiamos amando, el día que despedimos a quien amábamos……..”
En cambio, El Gran Honorable en algún momento de su dilatada vida política parece que no ha disfrutado tan intensamente como la Rahola de los diferentes “gitanet del oasis”. Veamos:

En los fenómenos de la herencia hay que distinguir en los organismos, incluidas las personas humanas, dos conceptos diferenciados, su genotipo, el conjunto de sus genes, es decir, la suma de factores hereditarios capaces de manifestarse por los correspondientes caracteres, y su fenotipo, el conjunto de caracteres que un individuo pone de manifiesto. De hecho el fenotipo puede considerarse como la expresión del genotipo en un determinado ambiente. Los rasgos fenotípicos incluyen rasgos físicos y conductuales, el comportamiento del individuo, como acciones de la persona en relación con su entorno o mundo de estímulos.

De los siete hijos del Gran Honorable, sólo uno se dedica a la política, el joven Oriol, el que muchos piensan que será el heredero político del “seu pare”, los otros seis junto con su señora madre, parece que realizan actividades empresariales y financieras, ganar pelas, en cantidades muy importantes, a la sombra de un apellido ilustre y patriótico.

Existe una regla no escrita, que suele cumplirse casi con precisión matemática, dentro de la variabilidad y flexibilidad que permiten las leyes de la naturaleza, según la cual, raramente el hijo de una personalidad destacada en el mundo de la ciencia, el deporte, el arte, la técnica e incluso la política, alcanza los niveles de plenitud y esplendor del progenitor destacado, a pesar de las ayudas consejos y enseñanzas que habitualmente suele recibir de manera directa. Por razones genéticas, los retoños sólo heredan de cada progenitor la mitad de su dotación genética, por cuestiones ambientales y de diferente naturaleza, como las comparaciones poco ventajosas que la sociedad que los envuelve ejerce sobre ellos, etc. El caso es que conseguir el equilibrio ideal, que da lugar a un talento superior, no lo asegura el descender de un padre o madre fuera de lo común, aunque parece menos difícil cuando ambos progenitores han desarrollado un talento especial.

Resulta evidente que Oriol, fenotípicamente se parece muchísimo a su señora madre, dichoso el que a lo suyo se parece que diría un castizo, y de cuando en cuando no puede aguantar la vena materna, y se arranca por bulerías. Mal asunto para ejercer un alto cargo político, aunque sea en el oasis, donde las bulerías y otros palos del cante jondo tienen un público entusiasta. La señora F. ha explicado que cuando llevaba a sus hijos al parque, entre ellos al pequeño Oriol, a veces volvían llorosos por no haber podido jugar, pues todos los niños hablaban castellano. El padre salvo algún que otro desliz racial, a veces incluso calculado, era y es, como todo buen político, un maestro en el arte de la mentira y el disimulo, condiciones imprescindibles para moverse con soltura en ese proceloso mundo “entre burocrático y gansteril” según palabras de Azúa.

Oriol, como su santa madre, es de los que piensan “foragitar l`español de la societat catalana” (expulsar al español de la sociedad catalana) como primer paso, casi definitivo, para alcanzar la ansiada independencia, junto a Felip P. y otros importantes miembros del ala soberanista de CD forman la punta de lanza en el encontronazo permanente con otras fuerzas políticas dentro del Parlament, en este contexto Oriol y el socialista Joan Ferran, uno de los políticos del PSC que mantiene al menos un cierto grado de coherencia socialista, intercambiaron insultos a cuenta del uso del catalán, según la prensa, en un pleno del Parlament casi llegan a las manos cuando Oriol se acercó a la bancada del PSC y dirigiéndose a Ferran le gritó: “entre tu costra de mierda y la política de éste, señalando a Carod, os vais a cargar el catalán”. Ferran ha escrito una novela sobre la costra nacionalista que impregna determinados sectores de la sociedad catalana, los medios de comunicación entre ellos, uno de los protagonistas de la novela se llama Pruna ( Cirera) y seguramente también debe aparecer el Neng.

Ferran y algún otro diputado del PSC respondieron a Oriol llamándole “Xenófobo de mierda” véase que el tema escatológico parece que cala en estas lidias del oasis. Además Ferran añadió: “Pregunta a tu padre lo de los gitanos”.

Como hemos mencionado antes, el Gran Honorable cuando le coge la guardia baja también se le escapan perlas inimitables, antes de los juegos en 1.992 recomendó a los hoteleros de Barcelona que “no hicieran el gitano” y no subieran los precios más de lo habitual.

Hablando de temas lingüísticos en Catalunya, siempre surge por algún rincón convergente lo mal que habla catalán el presidente de la Generalitat, en este caso un peso pesado como Felip P. ha afirmado “Es que ni leyendo puede tener una pronunciación correcta. Que el presidente de un país no sepa hablar la lengua propia no pasa en ninguna parte del mundo”. Este buen señor no quiere darse cuenta que el noventa por ciento de los votantes del PSC hablan el catalán igual o peor que Montilla y gran parte ni siquiera lo hablan, y menos lo hablaran mientras más impertinentes y agresivos se pongan con el tema lingüístico, como salida de emergencia para evitar discriminaciones laborales y de otra naturaleza lo utilizaran lo justo y punto. Quien quiera acordarse del franquismo sabrá que se pasaron cuarenta años queriéndonos hacer demócratas orgánicos por narices, y a las primeras de cambio todo se fue al carajo.

Se pide a Montilla que por su condición de presidente de la Generalitat debería tener un mayor nivel de auto exigencia para predicar con el ejemplo, yo sé de buena tinta, por razones de antiguo paisanaje, que Montilla no está dotado para los idiomas, aunque lo suyo es el alemán, además hay un dicho popular que asegura que loro viejo no aprende a hablar, y él cumple las dos condiciones anteriores. Montilla que de tonto no tiene un pelo, y sí, buena dosis de maldad política, ha devuelto la pelota a Puig afirmando: “yo quizá destrozo la lengua pero otros pueden cargarse el país con sus políticas.” Quizá debió añadir lingüísticas. Aunque tengo la impresión que a la casta convergente les importa un pimiento la dicción catalana de Montilla, y lo que les pone de los nervios es que sea presidente del cortijo que ellos consideran como cosa suya.

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