viernes, 30 de octubre de 2009

Amor

Repasando algunos archivos de aquellos felices tiempos en ciudadanos, felices por cuanto la ingenuidad política no deja de ser un estado especial de buena fe y confianza en la palabra y en la supuesta honestidad de las personas, he tropezado con el siguiente escrito:


Amor

J.P.M. es sacerdote del Opus y autor de más de veinte libros, con títulos tan sugerentes como: “La misa, antes, durante y después” (diecinueve ediciones) “La misa es conseguir que Dios lo pase bien”, “El libro de la confesión” etc. Todo un catalogo de literatura profesional, como a simple vista podemos observar. El señor (me resisto a llamarle padre) J.P.M. es entrevistado por Victor-M. Amela en La Vanguardia (4-4-07) y hay algunos detalles de la entrevista que me gustaría comentar.
Este caballero (continuo resistiéndome a llamarle padre) afirma: “Hoy vivimos sumergidos en un optimismo antropológico que conduce a estados depresivos” entendiendo este optimismo como: “La fe en un progreso incesante de la humanidad, de que mejoraremos siempre” “Vivimos en una cultura racionalista, que hipertrofia la razón y atrofia el corazón.” “Desde la ilustración se escindió saber y creer, es decir ciencia y religión. La ciencia se dedicó a pontificar sobre lo verdadero y lo falso: la religión, sobre lo bueno y lo malo.”


Sigue el caballero (me niego a llamarle padre), “El desarrollo científico dejó al margen los valores, los ha orillado”.
Ante tales declaraciones, una andanada en la línea de flotación de Ciutadans, la dirección de nuestro partido ha mirado para otro lado, ni siquiera ha aplicado el método homeopático, como es su obligación, y es que me estoy temiendo que la Obra se ha infiltrado en nuestras estructuras más nobles, C.E. y C.G. desplazando a corrientes poderosas de tanta solera como las procedentes de Cornellà y Granollers. Frente a agravios de tal naturaleza, un honrado militante de base, humilde pero honesto, laico tirando a ateo, defensor de los valores seculares de la ilustración y del espíritu ciudadano de nuestro partido, no puede permanecer callado y denuncia públicamente esta sibilina agresión.


“Volveremos a creer en el amor” dice el señor (rotundamente, no le llamaré padre), menciona la palabra amor, y el verbo correspondiente 27 veces, en media página del diario, con expresiones asociadas, “El que no vive enamorado está fotut” “estamos hechos para amar”, “Vivir de verdad consiste en amar y dejarte amar”, “Somos felices cuando amamos”, “La autoestima consiste en saberte amado”, “la vida es un laberinto con una sola puerta: el amor) etc.
No obstante este caballero (jamás le llamare padre), en ningún momento especifica, a qué tipo de amor se refiere, amor filial, amor divino, amor al dinero, amor propio, atracción basada en el sexo hacia una persona con la que se aspira a alcanzar la unión física y afectiva,......... ¿quizá a todos ellos?. Me gustaría preguntarle, si ello fuera posible, qué opinión le merece como experto en amor el siguiente comentario de Ovidio “y si alguno de vosotros, conciudadanos, ignora el arte de amar, que lea mis versos y, una vez aleccionado por ellos, que ame.” (Arte de amar) o este otro: “Mirra amaba a su padre con un afecto no filial: ahora una envoltura de corteza la oprime y nos la oculta. Sus lágrimas, que un árbol odorífero esparce, nos sirven de perfume y su nombre ha sido dado a su esencia.” O, sobre los diferentes episodios descritos en las elegías de “Los amores,” y puestos a preguntar por qué no, sobre los cuentos narrados en el Decamerón de Giovanni Boccaccio, o en Las mil y una noches.


El caballero (repito jamás le llamare padre) confiesa en la entrevista que se enamoró el día que se hizo sacerdote, entiendo que está enamorado de Dios, y como San Juan de la Cruz, debe sentir la llama de amor viva, las canciones del alma en la íntima comunicación de unión de amor de Dios:

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela deste dulce encuentro.

Aunque algunas personas de su mismo gremio parecen tener una idea diferente del amor, veamos lo que dice Doña Inés:

No sé: desde que le vi,
Brígida mía, y su nombre
me dijiste, tengo a ese hombre
siempre delante de mí.
Por doquiera me distraigo
con su agradable recuerdo,
y si un instante le pierdo,
en su recuerdo recaigo.
No sé qué fascinación
en mis sentidos ejerce,
que siempre hacia él se me tuerce
la mente y el corazón:
y aquí y en el oratorio,
y en todas partes, advierto
que el pensamiento divierto
con la imagen de Tenorio.

Brígida:

¡Válgame Dios! Doña Inés,
según lo vais explicando,
tentaciones me van dando
de creer que eso amor es.

Para terminar me gustaría plantear una pregunta que atormenta mi espíritu: ¿Nos amamos suficiente dentro de Ciutadans?

La pregunta final, el tiempo la ha contestado ampliamente.








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