lunes, 20 de abril de 2009

Romper Una Lanza

Sabido es que, la expresión romper una lanza a favor de algo o de alguien, proviene de las justas medievales, concebidas como juicio de Dios, cuando un caballero rompía una lanza antes de luchar para defender el honor de otra persona. La frase actualmente se utiliza cuando una persona defiende abiertamente a otra con todas las consecuencias que ello implique.
Una de las personas, aunque sea un político, más duramente atacada en este foro es el señor diputado por Barcelona en las Cortes Generales Joan Tardà. Se le ha tratado de individuo mezquino, primario, maleducado, radical, fanático, racista, mala persona…..etc. etc.
A raíz del uso de su libertad de expresión, por ese noble tribuno del pueblo, al utilizar la frase tan arraigada en la tradición catalanista republicana “mori el Borbó”. La Brunete Mediática españolista y otras unidades bélicas al servicio del nacionalismo español, incluido este modesto foro, han clamado al cielo, y al infierno, pidiendo la cabeza política del ilustrado, sí he dicho ilustrado como después demostraré, representante del electorado cuatribarrado-estelado de los països catalans.
Uno mi voz, aunque con cierto retraso, en defensa de Tardà, a la del patriota del Norte, Josu Erkorera representante en Madrid del PNV, que con fecha 10-12-08 escribía en su blog:


“En el acto, por supuesto, se encontraba Joan Tardà, el diputado republicano que estos últimos días se ha visto zarandeado en los medios, por las declaraciones que hizo en un mitin celebrado el día de la Constitución, en la que pronuncio, la frase, al parecer arraigada en la tradición catalanista republicana, “mori el Borbó”.
Tardà es una excelente persona. Es un hombre de profundas convicciones izquierdistas y catalanistas, que vive sus adhesiones políticas con vivo entusiasmo e intimo fervor. No es un político frio, tecnocrático y profesionalizado de esos que sólo actúa al dictado de las encuestas. Todo lo contrario, la nota que mejor define su perfil como político es la honda pasión con la que vive sus ideas.
El bueno de Joan, que cree sinceramente en el ser humano y en la fraternidad universal predicada por los republicanos desde la Revolución francesa, es incapaz de desear mal a nadie. Lo digo porque le conozco personalmente y puedo dar testimonio de ello. Cualquier interpretación de sus palabras que sugieran la idea de que desea y reclama la muerte física del rey de España, es rigurosamente inexacta y radicalmente injusta.
Por otro lado, es también falsa la extendida imagen que le presenta como un personaje poco cultivado en el plano intelectual. Tardà tiene una buena formación académica, es profesor de enseñanzas medias y es un profundo conocedor de la literatura catalana y universal. Tardà no es un hombre plano, simple o carente de relieve, como muchos pretenden.”


En apoyo de estas desinteresadas palabras del fino Erkoreka no está de más recordar algunas declaraciones públicas de su señoría Joan Tardà. Sin entretenerme demasiado, puesto que el tiempo apremia y tengo que arar mucho campo con floja yunta. A veces resulta fácil criticar desde fuera sin tener presente que quién no está casado no puede ser acusado de cornudo. Tardà es una persona tímida con tendencia al rebuscamiento y a la afectación, manierismo, por esa razón en ocasiones su manera de discursear en público puede parecer agresiva, en privado es otra cosa, fundamentalmente si están en juego los sagrados intereses de la patria cutribarrada y de la lengua que la sustenta. Cuando afirma que “Fraga tiene las manos manchadas de sangre” dice exactamente eso. Análogamente llama “Barrut” (cara dura) a Bono, el padre Maravillas, que a su vez le considera un individuo primario. A Duran “aprendiz de Pio Moa” etc. etc.
Otro tema son las peticiones que cíclicamente hace Tardà en el hemiciclo “El Rey tiene que pedir perdón por jurar los principios fundamentales del Movimiento”, lo del Rey parece una fijación, “Aspiro a que el Rey acabe en el paro” “España debe pedir perdón y admitir que usó armas químicas en la guerra del Rif”, Tardà presentará la próxima semana una demanda contra España ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por “opacidad” sobre la casa real. De vez en vez amenaza a la cámara con la insumisión lingüística. En fin, por sus hechos o dichos le conoceréis. Ese es el político de ERC Joan Tardà. Su aspecto físico junto a sus modos y maneras como político le alejan mucho de la imagen del fino estilista político cuatribarrado, tipo Roca, en su tiempo, Duran, ahora, y hasta de su propio compañero de partido el joven Ridao.
Resulta comprensible la simpatía que siente hacia Tardà el portavoz del PNV, pues el perfil político y personal del catalán encaja perfectamente en el prototipo del abertzale extremado de las Vascongadas.


Pero ahondemos un poco en la biografía de Tardà: Nació en Cornellà de Llobregat en 26 de septiembre de 1953, por lo que está cerca de los 56 tacos, buena edad para según qué cosas, pero no para ir de revolucionario de vodevil. Resistió bien, por lo que se puede apreciar, la marea de la emigración andaluza de ese tiempo sobre la ciudad, el contacto en la calle con la mayoría de chavales con diferentes costumbres y habla, posiblemente se mantuvo aislado en su círculo de amistades blindado y protegido contra cualquier influencia extraña. Se sabe que de pequeño cantaba en el coro de la Iglesia de Santa María, junto al Ayuntamiento, destacando fundamentalmente en el solo del “Angelus ad Virginem”. Todavía recuerda con simpatía a Saturni, el viejo sacristán, que en los días de fiesta, incensario en mano, iba sahumando a las feligresas y mirándolas con amor, sobre todo a la mujer de Ovidi el carpintero, porque le deleitaba verla tan dulce, bien hecha y juguetona.
Se licencio en Filosofía y letras y es profesor de secundaria en excedencia en el Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Esteve Terradas.
Últimamente estos centros están de moda en toda España, desde que se conoce a nivel popular que resulta muy fácil llegar a ministro y a presidente de la Generalitad, entre otros cargos importantes con la titulación obtenida en ellos, el número de matriculaciones para el curso que viene está creciendo de forma exponencial. Pero la gente ignora, como siempre, que los elegidos para esos cargos no son bachilleres cualesquiera. Son verdaderos número uno, individuos que durante el bachillerato, alguno durante la enseñanza primaria, antes no se llamaba EGB, se han adelantado a su curso cinco, ocho y hasta diez años. Por esta razón, y no por otra, al salir tienen la formación equivalente al de la persona más brillante que haya pasado por la enseñanza superior universitaria. He aquí la gran diferencia, seres superdotados que en el tiempo en que una persona normal estudia la EGB o el bachillerato ellos hacen hasta el doctorado.


Continuemos con Tardà. Decíamos que es profesor del IES Esteve Terradas de Cornellà. Dicho instituto está en la parte central de Cornellà. Si trazamos una circunferencia con centro en el instituto, de unos doscientos metros de radio, en el interior del circulo quedan edificios tan particulares como la casa familiar de Montilla (lugar de peregrinación en un futuro no lejano), la sede de Ciutadans, (no sé hasta cuándo), El ayuntamiento y la Iglesia de Santa María.
Joan Tardà i Coma fue militante del PSUC (partido socialista unificado de Cataluña) desde 1974 a 1976 por esa fecha junto a las vacas sagradas del comunismo catalán López Raimundo, Alfons Comín, Gutiérrez etc. Debían militar también en el partido de los comunistas catalanes, de Carreras y Piqué. Parece ser que compartir internacionalismo comunista y localismo cutre cuatribarrado se le hacía muy difícil a Tardà, y ante la elección entre Marx, Lenin, el proletariado mundial, por una parte y Companys, Macià , Guifré , Montserrat ,por otra, este se decidió por lo de siempre.


De todas formas la faceta más interesante de Tardà, bajo mi modesto punto de vista, por la enorme influencia directa que tuvo sobre mí y otros compañeros de Instituto fue su magisterio. Él estudió Filosofía y letras, más letras que Filosofía, y era nuestro profesor de literatura, catalana y universal, las enseñanzas de este sabio profesor despertaron en la mayoría de nosotros, jóvenes idealistas, una pasión desenfrenada por la literatura y la necesidad irreprimible de escribir, escribir y leer. La referencia que yo tenía en aquel tiempo, y aún permanece viva, era la del escritor de Western Marcial Lafuente Estefanía, un escritor tan prolifero como Corín Tellado, de género recio y viril. Sus personajes, parecidos en todo tipo de historias, con el héroe capaz de poner una bala entre las cejas del malo a una distancia de cien metros, llenaban, y llenan todavía, el baúl de mis fantasías. Nos inculcó el amor a la patria cuatribarrada, todos nosotros jóvenes procedentes del sur de la península, abrazamos con amor ilimitado los símbolos y héroes inimitables del imaginario catalanista. Fuimos de los primeros en hacer proselitismo entre nuestros parientes y amigos, en la conversión a la fe verdadera y en cultivar con fervor religioso la nostra llengua. Este trabajo de pioneros fue la semilla cuyos frutos se pueden hoy recoger en cualquier barrio del extrarradio barcelonés.
Tardà se hacía respetar en clase miraba con recelo a quienes decían palabras rudas o lanzaban ventosidades. En cierta ocasión un compañero, intentándose pasar de listo, transgredió la norma no escrita de expulsar del depósito adecuado natural, parte del gas metano almacenado. Refugiándose en la impunidad del silencio pensó que podía pasar desapercibido. Con desaforada voz Tardà empezó a jurar por los brazos sangre y huesos de Dios. Sobre su bandera blanca habitual campeaba, resplandeciente, la figura encarnada de Marte. El alumno acojonado imploraba piedad y amparo. Como todo maestro, se apoyaba con frecuencia en alguna frase hecha a modo de muletilla, él utilizaba con discreción dos de tales frases: “No se acaba la opera hasta que no cante la gorda” y “todo lo que se puede hacer es ladrar a la luna”. A nosotros, en ocasiones, nos hacía mucha gracia dependiendo del contexto en que las pronunciaba, otras nos reíamos con cierto retintín pues no veíamos conexión posible.


Era habitual ver al insigne profesor pasear por el patio del Instituto releyendo la obra magna de su escritor preferido “En busca del tiempo perdido” del magnífico Marcel Proust . Él también escribía y como todos los grandes artistas, en sus escritos, no demasiado conocidos fuera de nuestras fronteras debido al boicot españolista, nos da una visión nueva de la realidad. Sus ojos no están viciados por un modo de ver rutinario, y porque nos hace observar las cosas desde puntos de vista insospechados consigue que las podamos contemplar en todo su esplendor original. Éste es su aspecto afirmativo, su poesía.
Las armas de que dispone para alcanzarla son una sensibilidad y una memoria excepcionales. Cuando revive una hora de su pasado, lo hace con precisión absoluta. Los compañeros del Instituto le conocíamos cariñosamente como “El Marcel Proust cuatribarrado de Cornellà”. Tardà sabía de este sobrenombre, y creemos que íntimamente le agradaba el apelativo, pero en ningún momento se nos ocurrió explicitarlo puesto que las reacciones, a veces, de estas personalidades excepcionales pueden ser imprevisibles.
En clase se extasiaba ante nosotros explicando el pasaje de la famosa magdalena proustiana:
“El sabor de un trocito de magdalena bañado en una infusión provoca el recuerdo de la infusión que la tía de Marcel le preparaba. Y, rompiendo la barrera del tiempo, reaparece la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto. Y, con la casa, el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina. Y, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen tiempo. Al conocer aquel sabor, surge toda su infancia, no como una recreación abstracta o anecdótica, sino vigente, repleta de aquellas emociones que le conferían encanto. Aquel trozo del pasado se convierte en presente. El tiempo es a la vez reencontrado y vencido.”
Recuerdo que un día de otoño lluvioso y frio nos confesó, con cierto disimulado rubor, que él estaba reescribiendo el famoso episodio de la magdalena proustiana pero con un cambio sustancial, la magdalena era sustituida por un huevo duro. Por más que intentamos que nos explicara las razones de la sustitución no hubo forma humana de conseguirlo. Rosario, una chica venida de Algeciras trigueña de ojos verdes, muy inteligente y buena compañera, dedujo uniendo cabos sueltos escuchados al profesor, que él opinaba que lo de la magdalena era una soberana mariconada.