domingo, 17 de mayo de 2009

Una María

Examen de castellano:
“La conselleria d`Educació ha evaluado esta semana a 60.000 alumnos. Me ha sorprendido el nivel tan bajo de exigencia de la prueba de castellano. Mientras en la prueba de catalán el texto principal era un escrito de 230 palabras dotado de cierta complejidad, el de castellano era de apenas 100 palabras, una simple carátula de una película de Harry Potter, mucho más sencillo y las preguntas tan obvias que rozaban el ridículo.
Tanto en selectividad como en evaluación de competencias, siempre la Generalitat suele poner pruebas de castellano extremadamente fáciles. Supongo que para que las notas salgan altas y poder tapar deficiencias en la enseñanza de castellano en las escuelas”

(Carta escrita por un lector J.A. en el diario La Vanguardia con fecha 11-5-09)

Últimamente no resulta extraño encontrar comentarios escritos y hablados en los diferentes medios sobre el bajo nivel de la enseñanza del castellano en Cataluña, además del reducido número de horas dedicado a la lengua española. La gente parece que está perdiendo el miedo a lo que hace muy poco tiempo era un tema tabú lleno de suspicacias y temores a señalarse y quedar marcado como disidente en esta sociedad de la hipocresía el disimulo y las buenas maneras.
Hay quien dice que el nivel de castellano en muchas aulas catalanas no es tal nivel, directamente no existe, que los exámenes de castellano se falsean para poder dar legalmente unas notas altas y de esa manera poder afirmar, por boca de los políticos nacionalistas, que no existe ningún problema con el castellano en Cataluña. Que el nivel, las notas, es equiparable al resto de España.


Parece ser que la idea que tienen los dirigentes cuatribarrados sobre el asunto lingüístico es bien simple. Se estudiaran dos lenguas extranjeras, inglés y castellano, y la nostra llengua nacional, madre de todas las lenguas que existen y existirán, como lengua vehicular cuya sagrada misión es la de guiar al tierno infante, e infanta, por la senda de la identificación de Catalunya como madre y Señora de nuestro glorioso destino universal. El inglés como lengua del conocimiento científico, y demás saberes propios de estos tiempos (de momento hasta que la nostra llengua de el salto internacional que por meritos propios se merece,) será la segunda lengua de la nación. El castellano tiene como fin último su desaparición. Mientras llega ese venturoso día la misión de todo buen dirigente cuatribarrado, que se precie, es profundizar los surcos iniciados por El Gran Honorable , como aperador y manigero de gañanes, jornaleros y veladores de mulos, todos ellos políticos nacionalistas activos y en la reserva, en la sublime tarea de roturar el campo de la disidencia política nacionalista frente al enemigo secular.



Para hacer desaparecer el castellano de nuestro amado país, un primer paso es minimizar los contenidos, hasta hacer que el idioma sea inviable por poco operativo, limitar el vocabulario en castellano de los escolares hasta mínimos residuales, expulsar el idioma de Cervantes del ámbito académico y que el castellano sólo puedan aprenderlo los chicos en la calle y en la televisión. Aquí también hay que promulgar una nueva ley para que la televisión del Estado no pueda colonizarnos. Hay que promocionar como profesores de castellano a los maestros menos brillantes y menos trabajadores haciéndoles creer que las notas son conceptos absolutos de validez universal y el relativismo de las mismas es una teoría asociada a la velocidad de la luz. Así, por ejemplo, un sobresaliente en castellano, otorgado, ganado por un alumno de Santa Coloma, en un colegio donde solamente se estudia una hora mensual dicho idioma, tiene el mismo valor que el equivalente en un colegio de Salamanca donde gran parte de la enseñanza tiene su asiento en castellano. En cualquier examen, exceptuando el de conciencia, consideración atenta de la propia conducta con arreglo al código moral, el éxito en las respuestas a nuestras preguntas es claro indicio de nuestros aciertos docente y examinador. Debe ser el lema del otorgador de notas del régimen cuatribarrado.


Hacer invisible cualquier idioma, el castellano en nuestro caso, resulta tarea fácil en estos tiempos de control de la información y de falta de transparencia, sin necesidad de recurrir a la teoría de la invisibilidad desarrollada en su día por John Pendry, profesor de Física del estado sólido en Oxford, ni a la famosa novela de H.G.Wells “El hombre invisible”.
Utilizando un metamaterial que cubra el objeto como un manto, aislándolo por completo de la corriente de la luz, según Pendry, el objeto se vuelve invisible. De esa manera, el observador no vería el objeto aunque el objeto siguiera allí. Esta teoría compleja, cuando se formuló había desafiado las convenciones sobre el tema admitidas hasta el momento. El punto clave del asunto está en la creación del metamaterial. En el caso del radar, por ejemplo, es de aplicación conocida el metamaterial adecuado capaz de hacer invisibles al ojo tridimensional del radar determinados aviones de combate. Pues bien, nosotros los patriotas cuatribarrados hemos desarrollado un metamaterial psicológico a base de patriotismo, fanatismo y aromas de Montserrat sazonado, este coctel, con unas gotas de Jansenismo.
Lo que da lugar a un movimiento teológico-político heterodoxo que exagerando las doctrinas de San Agustín sobre el pecado original, la Libertad y la Gracia, permite, de rebote, hacer invisible para el ojo miope catalanista un idioma universal como es el español.


El conseller d`Educació, Ernest Maragall, hace muy pocos días, en una de sus rutinarias visitas a un centro de enseñanza media de Cornellà, antiguo lugar de trabajo del diputado Tardà, se mostró entusiasmado leyendo algunos exámenes de castellano de nuestros alumnos mejor valorados, matriculas y sobresalientes, del grupo nocturno. Le llamó particularmente la atención un trabajo firmado con el seudónimo Charlie Gordon (personaje de la novela de Daniel Keyes “Flores para Algernon”) que reproducimos a continuación, para que el lector atento pueda hacerse una idea, aunque sea somera, del altísimo grado de dominio del castellano mostrado por Charlie.

“El dotor Estraus dise que debo escrebir lo que yo pienso y todas las cosas que a mi me pasan desde aora . No se porque pero el dise que es mui inportante para que ellos puedan ber si ellos pueden usarme a mi. Espero que ellos puedan usarme a mi pues la sellonra Kinnian dise que ellos quisa pueden aserme listo.Yo quiero ser listo. Me yamo Charlie Gordon y tabajo en la panaderia Donner. El señor Donner me da 11 dolares por semana y pan y pasteliyos si quiero. Tengo 32 años y mi cumpleaños es el mes prosimo . Le he dicho al dotor Estraus y al profesor Nemur que no se bien escrebi pero dise que no inporta que debo escrebir igual que ablo y como escrebo las conposisiones en la clase de la seyora Kinnian en la clase de adultos adelantados del colegio Bikman donde boi tre bezes por semana en mis oras libres. El dotor Estraus dice que escreba mucho todo lo que yo pienso y todo lo que me pasa pero yo no puedo pensar mas porque no tengo nada mas para escrebir y asi termino por oi ….su afetisimo Charlie Gordon.”