miércoles, 10 de junio de 2009

COSAS DE FAMILIA

No hace mucho tiempo, El Gran Honorable junto con el escritor cuatribarradoestelado Quim Monzón, denunciaron la mala salud del catalán, en un desayuno organizado por el Centro de Estudios Jordi Pujol. Según Monzón Cataluña se está hundiendo y convirtiendo en una región española. Señalando que el catalán está empezando a ser un dialecto del castellano. Monzón, además, ha criticado la inmersión lingüística, asegurando que no es real y que no ha existido nunca. Nada nuevo, estas “denuncias” se producen cíclicamente, por elementos destacados de la iglesia nacionalista, para mantener encendida la llama de la fe independentista, y, al mismo tiempo, permitirles, a gran parte de ellos, continuar viviendo como los antiguos curas y obispos vivían en sus respectivas aéreas de influencia.
Hay un libro escrito recientemente por un militante de ERC, Miquel Pueyo, donde se desmiente ese discurso catastrofista, cuya finalidad es perseverar en los errores del nacionalismo lingüístico, a saber, que la convivencia de lenguas es un juego de suma cero, donde la desaparición del castellano es condición necesaria para la supervivencia del catalán. Crear falsas alarmas para continuar manteniendo la proscripción del castellano en el espacio público catalán.


Puesto que del Gran Honorable ya hemos escrito abundantemente en este blog, y lo que escribiremos mientras el cuerpo aguante y el tiempo lo permita, hoy le toca turno al señor Monzón. Primer espada y santón entre los plumillas al servicio de la sagrada causa cuatribarrada. Hijo de inmigrantes “soy hijo de andaluza y nunca me ha pasado por la cabeza no pensar que soy catalán. En cambio, ¿Cuántos hijos de andaluza o de andaluz (o de ucraniana o de ecuatoriano) viven en este país decididos a no formar nunca parte completa de él, resueltos a mantener siempre cierta distancia, intentando incluso que sea el país quien se adapte (¡aún más!) a ellos”. (La inmigrantez permanente como método. La Vanguardia)
La tesis fundamental que defiende Monzón en su columna es la siguiente: Se puede una persona pasar toda la vida viviendo en Cataluña, incluso ser miembro de la tercera generación de descendientes de esa persona, y continuar siendo inmigrante. Puesto que catalán solamente se debe ser de una y sólo una manera, la estándar, la de libro. La del patriota cuatribarrado integral cerrado a todo lo que no sea el nacionalismo identitario y fanático donde él milita junto a una minoría ruidosa y poderosa que es la que aparece en los medios de comunicación habituales del oasis.
Veamos dos sutilezas importantes: Para el señor Monzón a efectos de ser extranjero en Cataluña es lo mismo un español nacido en Soria que un ecuatoriano nacido en Quito o un catalán nacido en Barcelona que hable castellano y se sienta tan catalán como español o tan español como catalán. (“un inmigrante “según su tesis). Otra es que ningún “inmigrante” tiene derecho a defender otras formas de ser catalán que no sea la “verdadera”.



Afortunadamente no sólo hay una única manera de ser catalán, español, francés o jardinero. El problema de los nacionalistas cuatribarradosnormalizados, como Monzón, aunque sean originarios de otros lugares, es que sólo reconocen a un determinado tipo de catalán, el patriota clásico a marcha martillo, que odia todo lo español y se siente superior por propia definición. El independentista explicito o críptico que no ve más allá de los límites que le impone su religión nacionalista. Para estos creyentes su relación con España sólo les proporciona agravios, menosprecios, desconsideración y odios. Creemos que ningún español debe permitir que se le considere inmigrante dentro de su propio país, y si algún nacionalista sin luces pretende hacerle creer lo contrario, mientras en España exista una constitución que le ampare debe saber defender sus derechos como español.
¿Acaso cualquier catalán que viva en Murcia o Madrid alguien tiene la desfachatez de considerarle inmigrante e intente imponerle que abandone sus costumbres o su manera de ser y sentir? .


Según Monzón “Eres inmigrante hasta que las circunstancias te permiten dejar de serlo y tú, si quieres, las aprovechas. Si no quieres, no. Conozco a dos hermanos nacidos en la provincia de Málaga, que son ejemplo claro de esa diferente voluntad. Uno de ellos, el mayor, dejó de ser inmigrante en cuanto pudo. Sus orígenes están allí en Málaga, pero su voluntad de ser estuvo aquí en seguida. El otro, en cambio, aún ahora mantiene cierta distancia con el país en que vive. Por su trabajo, a menudo está en contacto con políticos, y explica con orgullo que, cuando Pujol era president y a veces le decía que era catalán, él le replicaba: “No, president, yo soy malagueño”. Y es verdad: así como su hermano no tiene ninguna duda de que es catalán, él ha escogido ser inmigrante a perpetuidad.” Cuanta artificiosidad y retorcimiento mental hay que tener para presentar esto como una historia de buenos y malos, Caín y Abel, Esaul y Jacob, pero aquí el primogénito es el bueno el integrado, el patriota cuatribarrado, el catalán de adopción que ha sido bautizado en la única religión verdadera.
Menudo pájaro el tal Monzón, está rajando diariamente con un discurso hipócrita contra el castellano, el cual no tiene derecho moral a sostenerlo, mientras publica cada día un artículo en la Vanguardia en dicho idioma. Por lo que parece el castellano solamente está bien cuando cobra.
Este individuo, con mucha letra menuda y poca formación conceptual, enreda y enreda en sus escritos, la mayoría de las veces con cuatro anécdotas contadas con cierta gracia, todo hay que decirlo. Defiende con fuerza el turrón patriótico, pues de lo contrario no comería ni pan seco. Se le considera muy hábil defendiendo cualquier posición mediante el método escrito. Entre whiskey, y whiskey junto con variados pelotazos de ginebra y abundantes páginas pornográficas, de todo ello presume habitualmente en su columna diaria. Es miembro destacado de la liga antialcohólica y de la sociedad protectora de las buenas costumbres y hábitos sexuales tradicionales. Destacado comentarista del Kamasutra y defensor a ultranza del misionero. En ese ambiente especial compone relatos urbanos catalanistas como “El perqué de tot plegat 1993” libro muy premiado en el oasis.


Monzón acaba su columna con la siguiente perla: “Que el inmigrante se perpetúe, que los hijos de inmigrantes continúen siéndolo y que la inmigrantez se transmita de generación en generación: ese es el sueño de muchos ideólogos. Manteniéndolos en grupos separados, creando recelos, así pueden manipularlos mejor”
Qué los cuatribarradosestelados tienen todo el derecho a sentirse separatistas, y si quieren, adoradores de la diosa Venus, es una verdad incuestionable, no españoles y hasta antiespañoles, clarísimo como el agua clara. Lo que no tienen absolutamente ningún derecho, ni patente de corso alguna, es a imponernos su ideología al resto de los habitantes de Cataluña, catalanes muchos, de sentimiento, de hecho y de derecho. Ni el idioma único, ni el Barça, ni el resto de tópicos que según la doctrina clásica definen al buen catalán. Por decreto ley o con maneras suaves y jabonosas de manipulación social tan abundantes en estos tiempos, ni por artículos periodísticos cutres speudosociales como los que escribe Monzón.
Lo más lamentable de este asunto es que la presión constante sobre las personas venidas de otras tierras es que crean en ellas un cierto complejo de no pertenencia a la sociedad donde viven. Se refugian en ghettos, se callan y implícitamente dan la razón a individuos ventajistas como Monzón. Desde el respeto a los demás y la buena educación, mientras las leyes sean las que son, todos los habitantes de Cataluña con derecho a voto, pueden y deben reivindicar su derecho a no ser considerado como inmigrante en su propio país. Y, mucho menos por individuos de la cuerda política del señor Monzón. ¿ Quién da derecho a este personaje a llamar inmigrante a una persona que lleve viviendo trabajando y produciendo riqueza en Cataluña 20,30, y hasta 50 años, por el sólo hecho de no profesar la ideología cuatribarrada.?. ¿Qué inmoralidad política permite discriminar a personas que durante tantos años han creado empresas catalanas en mayor número que los autóctonos de siempre (dato comprobable para quién quiera hacerlo) y a otras que han trabajado y trabajan en compañías multinacionales españolas y extranjeras instaladas en Cataluña? Como ocurre con un número muy elevado de habitantes del principado. ¿Cuándo entenderán los nacionalistas cuatribarrados que la Cataluña real afortunadamente es plural?.


Para terminar explicaré mi propio caso y el de mi familia más cercana. Nosotros somos siete hermanos nacidos en la tierra de María Santísima, cuatro chicas y tres varones. Todos venidos a Cataluña hace cincuenta años. Todos casados con más o menos fortuna. De los siete, seis de ellos no son inmigrantes, los seis profesan la religión verdadera con diferentes grados de creencia y militancia. El garbanzo negro es el que hace este escrito, por cierto casado con una moza de Albacete, no sé si ello tiene algo que ver. Mi hermana Luisa, perdón Lluïsa, ha llegado a tal punto de integración, que junto a su marido, un manso de la plana de Vic, hace varios años hicieron un juramento, ante la tumba de Wifredo el Velloso, de que jamás en su vida volverían a hablar castellano, ni ellos ni sus descendientes, y, como el flamante diputado de ERC, Oriol Junquera, si tienen que comunicarse con personas de fuera de Cataluña lo hacen en italiano, francés o inglés, aunque esa persona sepa español.
Mi adorable hermanita cuando se dirige a mí, muy de tarde en tarde ciertamente, utiliza el calificativo del “immigrant” que es como se me conoce en su casa. ¡¡Cosas de familia!!.
Nota. Esta historia es tan cierta como la narrada por Monzón sobre los dos hermanos, uno malagueño y el otro catalán.
(El escrito de Monzón ha tenido un cierto grado de difusión en la Red ,ikuspegi, SIEI, blodico, Mugak……y otros varios).