jueves, 17 de junio de 2010

Se acojona




Como no podía ser de otra manera. Se acojona, se acojona: “Cada vez que le meto un resoplido se acojona” Son palabras que se pueden leer en las revelaciones del sumario del caso Pretoria pronunciadas por el conceller Castells , según las intervenciones telefónicas a Alavedra y Prenafeta, lo que permite ver la cara menos académica del conceller . Se refiere, claro está, al pequeño honorable, cada vez más pequeño políticamente, si cabe, cuando habla o se enfrenta con un pata negra de la casta catalanista cuatribarrada.
El conceller se queja a Macía Alavedra de algunas decisiones del pequeño honorable. Utilizando ambos personajes un lenguaje cutre impropio de individuos supuestamente pertenecientes a la elite intelectual del oasis. El fino Castells, muy socialista, muy intelectual, muy nacionalista, tan profesional de la teoría económica, incrustado en la cocina de la nave manipuladora del voto español en Cataluña, y el convergente Alavedra, tragapanes andropáusico cuatribarrado de lo más impresentable políticamente. Con grandes cuentas evadidas a Suiza y golpes de pecho patrióticos diarios en el oasis.


“Montilla se equivoca, quiere coger él la bandera de la financiación” (Alavedra) “Quiere coger la de todos”, replica el conceller.
“Sí, y tu dejas hacer, cojones, nos meterá en un fastidio cojones”
“Cada vez que le meto un resoplido se acojona, pero eso ya lo ha hecho muchas veces” (sostiene Castells)
En otra conversación entre Alavedra y Prenafeta se refieren a Castells: “Castells no sé qué coño está haciendo (sobre un negocio inmobiliario que tratan de sacar adelante ambos conseguidores), debe de estar meditando acabar, suicidarse o matar a Montilla”. “Te aseguro que no me aparto mucho de la realidad. Este tío que haga de profesor que está muy bien, pero cojones, negociar es otra cosa.”
La cordialidad de las relaciones entre Castells y Nadal con los dos intermediarios convergentes y otros protagonistas del sumario resulta evidente, invitaciones a comer por parte de Castells sin que ellos lo pidan etc.
No hay que perder de vista que el partido natural para este tipo de nacionalistas infiltrados como socialistas en las filas del PSC, es Convergencia, y que por esta razón sus amistades políticas y sus chanchullos tienen lugar con convergentes de toda la vida. Tanto es así que el corrupto de Bartomeu, el ex alcalde socialista de Santa Coloma, llega a decir: “Montilla no nos da nada, lo mejor es que gane el Mas éste nos dará más cosas”.


De los diez tomos que componen el sumario del caso Pretoria revelan que en Cataluña, a la hora de hacer negocios políticos con el lucro personal como fondo, no importa el color político. El nexo de unión es la corrupción amplia y fundamentalmente patriótica.
Pero volvamos al principio del escrito: El pequeño honorable se acojona, se acojona y sale a relucir su complejo de charnego infeliz y inferior ante el señorito cuatribarrado de postín, alguien se imagina al Gran Honorable en sus buenos tiempos e incluso ahora, acoquinado por un conceller de economía o de asuntos sociales, el grito del Gran Honorable se oiría hasta en Andorra y el infractor de la norma tendría que pedir asilo político en la embajada de Burundi para refugiarse en los grandes lagos de la ira del president. Hasta el bobo de la Moncloa pone firme al más pintado, o pintada, de sus ministros/as por un mal estornudo fuera de sitio.
Pero el pequeño honorable, a pesar de su mala leche política para los de su origen, ante el relumbrón académico, social y étnico, del poder cuatribarrado se acojona. ¿Qué le vamos a hacer? Tenemos lo que nos merecemos y seguramente los desinformados de siempre le seguirán votando. El pequeño honorable ha quedado últimamente como un patriota, casi como los clásicos cuatribarrados, al escuchar a Chaves en el Senado por medio de un traductor castellano-catalán. Él ya tiene suficiente trabajo con la voluntad de organizar la nación “Der organisierte wille der Nation” (cartel muy común en la Alemania de los años treinta).


El caso del pequeño honorable no resulta aislado en la Cataluña actual. Los políticos de origen charnego tratan de disimular su procedencia y complejo de inferioridad ante los apellidos clásicos de la política catalana, cambiando sus apellidos originales, camuflándose entre los recovecos del terreno y la arboleda cuatribarrada, mimetizándose con el paisaje lingüístico, cual camaleones urbanos que temen ser descubiertos como extraños invasores del sagrado ecosistema nacional. Aún no ha aparecido político de origen charnego que plante cara sin complejos de ninguna clase al pata negra cuatribarrado de turno.