sábado, 27 de diciembre de 2008

El desengaño de Salustiano

El desengaño de Salustiano.

Salustiano Gonzáles Bofarull se consideraba un hombre afortunado, joven, inteligente, funcionario modelo, empleado fijo de la Generalitat, militante de CIU, la vida le sonreía. Tenía una mujer sensible y sensual, la Charito, cariñosa y simpática a la que amaba con pasión joven y espontánea. La Charito también era funcionaria, trabajaba en la Diputación y su militancia estaba más escorada hacia el lado izquierdo, el PSC. Entre ellos no se presentaba ningún tipo de roce político, ambos eran idealistas puros honestos y respetuosos con las ideas políticas diferentes a las suyas, esa honradez política sustentaba la base de sus respectivas carreras profesionales a las que sumaban puntos y meritos para rápidos y futuros ascensos.


Salustiano y Charito disfrutaban de buena salud, cosa habitual en las personas jóvenes, algunos dolores leves esporádicos de cabeza, musculares y de espalda, atribuidos al tipo de trabajo, con muchas horas sentados en posiciones no siempre las más convenientes y ventajosas para el organismo, también la Charito sufría cíclicamente dolores menstruales. Para el alivio sintomático de tales dolencias tomaban un remedio antiguo pero efectivo, Cerebrino Mandri, recomendado por el padre de Salustiano, el señor Alfredo, nacido en Burgos y catalán de derecho por su matrimonio con la señorita Bofarull, el Cerebrino contiene ácido acetilsalicílico, paracetamol y cafeína anhidra. Lastima que hace pocas semanas la Agencia Española del Medicamento lo ha retirado del mercado, por no reunir el fabricante las normas de fabricación adecuadas.


Salustiano y Charito no disponían de mucho tiempo libre, el trabajo, las muchas horas dedicadas a la militancia, dentro y fuera del trabajo, las asociaciones de vecinos, entidades patrióticas, ONGs y los partidos del Barça ocupaban gran parte de su tiempo, y durante el calendario ordinario apenas les quedaba un minuto para practicar su pasión favorita, el amor marital, la pasión desenfrenada del encuentro fortuito sobre el lecho conyugal. Así que las ultimas vacaciones estivales decidieron no viajar, quedarse en casa y disfrutar de un merecido descanso en la tranquilidad del hogar.
Habitualmente en los encuentros íntimos, Charito gustaba de expresar, durante el acto con palabras, sus sensaciones más intimas. Salustiano en cambio, era menos expresivo, emitía los ruidos resoplidos y ayes normales en tales situaciones y actuaba guiado por la voz suave de Charito según un protocolo no escrito que ambos de manera desordenada pero efectiva seguían. Al principio de las vacaciones, las sesiones se prolongaban en el tiempo de manera imperceptible, Charito era de orgasmo tardío y voluptuoso, sin embargo a medida que avanzaban los días de asueto, Charito se iba sensibilizando de forma progresiva y sus tiempos de respuesta eran cada vez más cortos. Salustiano achacaba tales progresos a las habilidades desarrolladas conjuntamente por ambos y a la experiencia que proporciona la practica continuada de un determinado ejercicio.


Casi al final de las vacaciones La Charito parece que alcanzó el cenit de la sensibilidad, a los pocos minutos de iniciado el acto exclamaba con pasión : ¡ Me voy! ¡Que me voy! ¡ Ya, Ya está! Y en efecto se iba, pero a ver la telenovela de las cuatro que empezaba a emitirse en TV3.